jueves, 22 de diciembre de 2011

LA MASACRE DE LOS POETAS.-

Postergan la matemática, porque se estila
la ascensión fácil a la cumbre: tracción falsa
que arruga el ímpetu con torpes hidrocarburos,
y mantiene demasiado humano el hedor de las patas.

Era inevitable, si aun el más tenue céfiro
volaba, en colorida danza, las plumas de sus frentes
¡oh delicada palabra, dulce y sensible resonaste
Intentando evocar, ya derrotada, la voracidad del fuego!

¡Hay patraña hermosa, fascinación de la hipocresía!
tu palabra, que me habla del amor y la piedad
nunca anduvo en las tortuosidades del odio y la venganza
ni probó el azul horrendo de las aguas más puras!

Yo se de que copula has emanado ¡oh poesía precoz!
porque descubrí tu corral infestado de gorgojos,
allá, donde el mar transmuta los vientos,
y los vientos arriban, foráneos, a los puertos.

Y vi a tu progenitora prostituida, maltratada,
su exacta y precisa anatomía -deliciosa y difícil carne-
despreciaste por los vinos que no embotan,
por los vinos que no supieron lastimar ni dañar.


El hambre de eternidad exigía la guerra, glotón, esperaba
el camino que discurría, sinuoso, a la inconsciencia,
como el rayo que cruza pujante ¡ya indómito! el frágil cristal
haciendo añicos la niebla y liberando la pupila...

Porque nunca dijeron: ¡no importa la casa, importa el ladrillo!
ni osaron cantar, temerarios, la voluptuosa música de la batalla
cuando la fusta rompía la carne, y la tumba secreta ansiaba cuerpos:
ya eran carne para gusanos, aunque estaban vivos.

Como el humo del cigarro que asesina al caminante
en la álgida bruma que, noctámbula, escarcha su sendero,
así, con horrorosa lenidad, fueron sus rebeliones
la breve humareda perdida en la obstinación de la vasta calígine.



Aquella masacre no entra en los santuarios del olvido
¡oh extraño estruendo! ¡lozana música que todavía emanas
del liquido que contra el piso estrelló su vanidad
dejando atrás el gesto, el improperio y la despedida!

Su rebelión fue tan vana y absurda; se relamieron
preguntándose ¿existe la vida antes de la muerte?
Y así, el antiguo ideal y la decadente necesidad
de lo increado triunfó ¡oh sutil pánico llamado esperanza!

¡He ahi su belleza, la gloria viva del cadáver!
¡la multitud solitaria de sus gracias!
¡mira, el fárrago dolido hiede de versos protervos
y henchido, el buche negro del cuervo, esta de esos cuervos!




CEMENTO.-

miércoles, 10 de agosto de 2011

DE LA ESPERANZA Y LA FALACIA DE ENOC.-

A la hora de la montaña,
justo al pie del albor matutino,
en uno de esos instantes ebrios de misterio,
aspirantes de eternidad
y amoldados al apocamiento de los minuteros,
al sagrado yugo de lo infalible,
alli, es ese franco paso por donde entra
plena de ataduras cerebrales la esperanza
para objetar todo poderío, para derribar todo presente,
para denunciar lo bello y oculto,
lo que escapa a la brida despótica;
alli decía Enoc:

¡Venid al esplendor de esta metamorfosis
y despojaos de las groseras ambiciones
que obstruyen la ideal, suprema verdad,
que os impelen a la diatriba y la calumnia
y que llenan de cienos el imperecedero apetito!
¡Postraos ante la plegaria imperiosa
que habrá de llevar vuestra fe a los cielos,
y que sea, proclamo en este tiempo perdido,
la rodilla lacerada el amor por lo intangible!

Y asi las fauces más sinceras se acallaron,
y los hijos fueron despreciables retoños,
y las hembras putas inútiles,
y las putas inútiles las madres lejanas,
y los padres enemigos de sus crías.
Todo cubil se lleno de espermas divinos
y estos engendraron gorgojos
para consumir todo pan y todo vino;
y la paz arrollo todo fervor animal,
para hacer de todo instante futuro,
de todo espacio disponible
un enorme y perezoso bostezo
y un gran jardín de la infelicidad,
para atrofiar la locomoción de la vida
en la vil quietud de la certidumbre.

Pues la clave en la palabra de Enoc
era la sumisión de los pueblos,
la amenaza de espuma y de humo
y la ruptura de la espalda ahí,
justo ahí donde las alas brotaban de los monos.



CEMENTO.-






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Código: 1108109838001
Fecha 10-ago-2011 15:25 UTC

lunes, 8 de agosto de 2011

HIDRATO DE CLORAL.

















Ganan espacio en los ataúdes, estrechos y austeros,
contrayendo sus miserias, los cadáveres.
En el gran carnaval de sus noches sitiadas
se yerguen, juiciosos, para arrastrar su fulgor sonámbulo
al ayuntamiento del patriarca, que mora en un nicho floreado,
Saturándolo de emulsiones y extrañas viscosidades.
Este recita, por las noches de sol radiante, algunos versos.
Dijo en la última alborada de Hécate:

''Tímidos son los cuernos que ante la carne
Se reprimen por pulcritud y por recelo,
Y crueles, nocivos son aquellos zarpazos
Que yerran por el vil temblor del pánico.
¿En que, los colmillos de la sierpe,
ha de depositar su amor sin reprimendas?
Ante el azotar que abre la carne y la desangra
Solo la risotada imbécil, que disloca las quijadas,
Puede representar el papel de amante de la humanidad.''


Todo esto fue dicho en la última alborada
de la oscuridad de Hécate y su descenso,
en el festín inmisericorde y gozoso
de los cadáveres de guerras perdidas.
Una pintura, detrás de la escena terrible,
figuraba cuencas oculares llenas de pimientas y sales,
y como ruin guisandera se enaltecía
a una virgen con alambres de púas entre las piernas.

Todo esto fue vivido por los muertos
En la primera noche solitaria de Ananké,
Y los buitres se tornaron multicolores,
Y ya no hubo más dolor que la piedad y el amor.

CEMENTO.-





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Código: 1108109837998
Fecha 10-ago-2011 15:25 UTC

sábado, 5 de febrero de 2011

TULUMBA.-



















Estampada en la inhóspita ruta
que hasta el verde ‘Tucmán’ se estiraba,
como joven, conspicua doncella,
Nacía Tulumba en haciendas foráneas
¡oh gran madre de tantos titanes
Y de tanta leyenda entonada
¡que has parido al gran Mario Flores
Que hoy yace durmiendo en atlánticas aguas¡


Cual el árbol que brinda entre espinas
el dulzor de su fruta tacaña,
prometiendo, tan noble y fraterno,
al ave sin techo el perdón de sus ramas,
la virtud, la cadencia moral
de su práctica forma cristiana,
en su seno te abriga y perdona
y puede quemarte, también, en sus llamas.


Cuando llega el albor matutino,
y al cantar su pasión las charatas,
la montaña, eminente, bosteza
y todo es belleza suprema y sagrada,
yo imagino esta escena sublime,
-y agradéscole a Márquez la gracia-,
cual virtud, majestad honorable,
de aquel granadero caído en batalla


¡Fray Esquiú! me parece que veo
su silueta a la sombra del tala,
meditando, quizás, las bondades
que habrá de arrimar su piedad a las almas
¿en que pléyade y que plano cósmico
su labor de domar la majada
destellando, aún, advertencias
mantiene el redil trás las puertas cerradas?


¡Don Ataide, adán de estas tierras!
que sin ser de las castas preclaras
por monedas del oro sangriento
forjó la amplitud de esta hermosa comarca
¿fue la sangre del indio amansado
la tracción que sirvió a sus jactancias?
¡si el arroyo del Suncho parece,
del indio contrito, la lágrima amarga¡


¡Oh Tulumba! ¡ninfa entre sierras!
yo sospecho en tu fe y tu desgana
el vigor del fuerte que no envidia,
¡Narcisista es tu pasión de amar tus faltas!
Cuando llegue la lluvia copiosa
y en el Suncho la vida renazca
¿brotarás, cual la flor del estío,
del triste letargo en que yacen tus ganas?




CEMENTO.-








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Fecha 05-feb-2011 15:27 UTC