sábado, 5 de febrero de 2011

TULUMBA.-



















Estampada en la inhóspita ruta
que hasta el verde ‘Tucmán’ se estiraba,
como joven, conspicua doncella,
Nacía Tulumba en haciendas foráneas
¡oh gran madre de tantos titanes
Y de tanta leyenda entonada
¡que has parido al gran Mario Flores
Que hoy yace durmiendo en atlánticas aguas¡


Cual el árbol que brinda entre espinas
el dulzor de su fruta tacaña,
prometiendo, tan noble y fraterno,
al ave sin techo el perdón de sus ramas,
la virtud, la cadencia moral
de su práctica forma cristiana,
en su seno te abriga y perdona
y puede quemarte, también, en sus llamas.


Cuando llega el albor matutino,
y al cantar su pasión las charatas,
la montaña, eminente, bosteza
y todo es belleza suprema y sagrada,
yo imagino esta escena sublime,
-y agradéscole a Márquez la gracia-,
cual virtud, majestad honorable,
de aquel granadero caído en batalla


¡Fray Esquiú! me parece que veo
su silueta a la sombra del tala,
meditando, quizás, las bondades
que habrá de arrimar su piedad a las almas
¿en que pléyade y que plano cósmico
su labor de domar la majada
destellando, aún, advertencias
mantiene el redil trás las puertas cerradas?


¡Don Ataide, adán de estas tierras!
que sin ser de las castas preclaras
por monedas del oro sangriento
forjó la amplitud de esta hermosa comarca
¿fue la sangre del indio amansado
la tracción que sirvió a sus jactancias?
¡si el arroyo del Suncho parece,
del indio contrito, la lágrima amarga¡


¡Oh Tulumba! ¡ninfa entre sierras!
yo sospecho en tu fe y tu desgana
el vigor del fuerte que no envidia,
¡Narcisista es tu pasión de amar tus faltas!
Cuando llegue la lluvia copiosa
y en el Suncho la vida renazca
¿brotarás, cual la flor del estío,
del triste letargo en que yacen tus ganas?




CEMENTO.-








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Código: 1102058428665
Fecha 05-feb-2011 15:27 UTC