La siesta de
invierno a la intemperie
y el atroz
verano en la caldera,
la sonrisa
tierna del esclavo
entre cajas
de vino y mortadela,
la primera
vez que la pupila
acaricia una
salvaje primavera,
la violencia
sencilla de aquel fuego
que le lame la
entrepierna a esta existencia,
lluvias y
churrascos, viento y cabelleras
en la hermosa
y desolada estepa…
Las palancas
y sus nidos,
o aquel día
que asumimos la conciencia
de la rosca
y de las ruedas,
de las formas y del ácido
que puede despreciar su indiferencia.
de las formas y del ácido
que puede despreciar su indiferencia.
Tomar la
birra y guardar el poema en la botella,
arrojarla con
bronca y muchas ganas,
Capaz que el
azar me hace la gamba y llega.
Girar la
tierra mientras marcho
y creer que
marchamos sin dar vueltas,
la mirada
horrible hasta el vacío
que te
arranca jirones de inocencia…
Y vos que te
vas mientras te veo,
Y yo que me
alejo adentro de una espera,
Besos dentro
de besos y otro beso
Donde brille
la liturgia de esa escena…
Besos dentro de besos, y uno aparte
donde vibren tus delicias y mi esperma...
Besos dentro de besos, y uno aparte
donde vibren tus delicias y mi esperma...
Y un “vos y
yo” pasando frío
En la altura del carajo que lo alberga.
CEMENTO.-