En la espalda un muerto hecho joroba,
y en su espalda
plumas secas,
y pensar que mil
estrellas
se copulan ante el
verso que se ausenta.
Cada espacio sin
espacio
y colores que no
saben lo que expresan
para abrir el duelo
de los ojos
a la nada que en
rencores degenera.
Es sublime este
siniestro,
sobretodo porque
yacen en la acera
los pedazos de un
humano rostizado
dibujando la
sospecha de lo que era.
Habrá que lucir
nuevas injurias
hasta que arda la
poronga vil y enhiesta,
afrentar la propia
nigromancia
y dejar de buscar
lo que no llega,
¡No hay canales, no
hay medios ni suspiros
que acorten los
mutismos de una pérdida!
porque nadie puede
ser lo que pretende,
mucho menos
pretender lo que se quiera.
Que no muera, ya lo
he dicho, que no muera.
CEMENTO.-