
Preguntaba el cofrade escondido
en un hueco llamado ‘’esperanza’’,
arrojando de paso, entre dientes,
pequeñas gotitas de pérfidas babas;
tremolaba, tan fláccido y débil,
en su pecho, de plástico y paja,
la intuición de una burda mentira
vestida con trajes de amor y elegancia
Preguntaba, y su duda era el borde
del abismo entre el juicio y la farsa,
y por cada blasfemia erigida
el falso cumplido en su honor se escuchaba;
la ilusión sumisa del borrico
entre signos de pregunta hablaba
<< ¿cuando, por ventura, será el tiempo
de la paz y la armonía tan ansiada?>>
¡Cuan turbado el rebaño expectante
disfrutó la nociva patraña!
¡semejaban leones nerviosos
comiéndose hambrientos las bárbaras garras!
unos pocos, atroces y adustos,
atisbaron el dolo en la trampa,
y bramaron, tal vez advirtiendo,
que el árbol es más que su rústica cáscara.
y cantaron, cual coro apolítico,
y reían, cual hienas borrachas,
remontando, con júbilo fiero,
del aire viciado los vuelos de caza.
y dijeron blasfemias tan bellas,
en palabras viles y macabras
que el rebaño tomo como afrenta,
y el miedo calo hasta el sopor de sus almas:
“Cuando el río no rompa los diques
cuando el viento no arranque las ramas,
y un león devorando a sus crías
perdone a su presa que intrépida escapa,
¡y los pastos ni luz ya consuman!
¡y el microbio no infecte tus llagas!
¡y la estrella no queme y no irradie!
¡y el caos se aquiete y se rinda a la nada!
Porque siempre será la armonía
nada más que una horrible esperanza,
la aflicción del que siente y descubre
y en vez de cantarlo se humilla y lo calla,
¡que se injurien los versos atroces
y se arrojen con furia a las llamas!
nunca habrá de callarse el bramido
que dice “la paz la invento la guadaña!”
CEMENTO.-
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