jueves, 18 de febrero de 2010

LAS LÁGRIMAS DEL FÉNIX.-






Te vi corriendo en el trivial camino
quebrado el corazón de horror y miedo,
te vi los parpados cansados, tristes…
y a tu dolor escribiendo.


Lluvia derramóse en tu piel de polvo
cual ósculo de agua en el desierto,
una lágrima miraba entre las gotas…
y tus parpados cayeron.


Tu alma sufre las caricias muertas
de aquellos que no están ya en tu sendero,
gime un zorzal en tu voz dormida…
gime por ellos.


La estepa que morabas, agonía
de ave remontando el turbio cielo,
caló en la gris arena de tu alma…
llantos, espectros.


Impío ardor que ulcera el alma
gotas de vida en la arteria del tormento,
alejose la huella de tu infancia hermosa
y de tus sueños.


Aurora de la vida en la dulce primavera
marchose hacia el crepúsculo imperfecto,
Colgada la ilusión al sol poniente
de tu invierno.


Y semblantes que fumígenas deambulan,
¡cual estrofas en papiros sempiternos!
remojábanse en las lagrimas copiosas
de tus recuerdos.


Bordeando el precipicio de las penas,
liado en la garganta todo anhelo,
soledades, añoranzas y suspiros…
por quienes se fueron.


Trocose en mi la infausta intemperie,
con sales de tu mengua en el siniestro,
tu vista atormentada impenetrable…
a mis silencios.


Besos estallantes, por tu faz de diosa,
de mi oráculo infernal se desprendieron,
¡coro bruno y arisco que reclama!
tus oídos sedientos.


Garfios rojos en la mar se mezclan,
azules que reencarnan púrpuras y negros,
el sepia ha fenecido ante tu mármol…
como yo lo ordeno.


¿cuantas veces el grito del osario,
reclama tu pasión con tono austero?
¡mas yo robe tu pose del olimpo
para mi imperio!


Pues yo acaté la orden de la mística,
y en tu regia luz ardí al son violento,
en la flama, que echa luz y no se apaga,
de tus plectros.


Serena brisa danzando en las praderas
bálsamo que alivia las heridas del guerrero
¡la calma sosegada y mi refugio!
tras el viento.


Venerable efigie en el santuario mío,
silueta de esta fe que hoy profeso
destellando tus azules refulgentes
entre el incienso.


Menguando la quimera y el destino
el signo de la suerte hemos impuesto,
¡la hormona exasperada también canta!
en mi deseo.


Tertulia montaraz entre las pieles
que unidas revelaron los misterios,
¡coito y desayuno en la montaña!
¡amor malevo!.





CEMENTO.-





Protegidos derechos de autor.
Código: 1002185547676

1 comentario:

  1. Eres impresionantes, sois impresionantes...

    Tú, Marcelo, entre tantas capas de dureza aquí demuestras tu verdadero corazón. Sincero, dedicado a tu amada. He leído todo lo que has escrito, todo.Creo que eres tanto, que la gente se queda en lo primero que ven, la dureza. Pero no es la dureza propia del que se cree el mas fuerte, sino del que lucha por lo que cree. Si te conocieran por tus poemas, en vez de por lo que rumoreen, se daría golpes en la cabeza.

    Movisi, tu le das el toque dulce a la tarta. Tienes suerte de tener a alguien como él a tu lado ¡Felicidades!!

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